jueves, diciembre 06, 2007

Crece

No debes permanecer en un mismo plano del ser.
Crece, cambia.
La fuerza que precisas emergerá a la superficie. Únete a la conciencia y
trae tu transformación.
Pide ser nuevo. Convoca tus fuerzas. Acepta el cambio. Cree en tu derecho a
tenerlo.

Diane Westlake
No debes permanecer en un mismo plano del ser.
Crece, cambia.
La fuerza que precisas emergerá a la superficie. Únete a la conciencia y
trae tu transformación.
Pide ser nuevo. Convoca tus fuerzas. Acepta el cambio. Cree en tu derecho a
tenerlo.

Diane Westlake

sábado, diciembre 01, 2007

Expandiendo los límites de lo posible

Roger Bannister: Expandiendo los límites de lo posible
Lo que el ser humano es capaz de lograr es impresionante... lo que generalmente logra es vergonzoso. Lo que cada persona logra en su vida es el resultado de sus creencias dominantes. Como lo demuestra la historia de Roger Bannister, cada uno de nosotros se encarga de cultivar dichas creencias. Quizás su nombre no sea reconocido por muchos, pero su logro es un gran ejemplo de liderazgo puesto en acción.

Por muchos años el récord de la milla no bajó de los cuatro minutos. En 1903, después que un nuevo record había sido impuesto para esta competencia, Harry Andrews, director del equipo olímpico de la Gran Bretaña había profetizado: “el récord de la milla de 4 minutos 12.75 segundos, nunca será superado”.

Así que intentar correr una milla en menos de cuatro minutos era una locura aún mayor. Los atletas escuchaban de los médicos y científicos que era físicamente imposible para un ser humano correr una milla en menos de cuatro minutos.

Así que por casi sesenta años los mejores atletas llegaron muy cerca de esta marca, pero nunca lograron superarla. ¿Por qué? Porque era imposible, porque los médicos habían dicho que era imposible, que el cuerpo no soportaría tal esfuerzo y que el corazón literalmente podría explotar.

Hasta que un día un joven atleta británico llamado Roger Bannister anunció públicamente que correría la milla en menos de cuatro minutos. Era obvio que el muchacho había perdido los estribos. Todo el mundo descartó tal anuncio como una muestra de juvenil insensatez. Todos, menos Roger.

Inmediatamente después de hacer hecho tan osado anuncio, Roger comenzó a entrenar para lo que, según él, ya era una realidad. Finalmente, el 6 de mayo de 1954, después de muchos tropiezos y caídas, Roger Bannister corrió la milla en menos de cuatro minutos y sobrevivió. El mito se había roto.

Cuando la noticia le dio la vuelta al mundo algo sorprendente sucedió, atletas de todas partes del mundo adoptaron una nueva serie de creencias acerca de lo que era y no era posible. Esta hazaña había expandido los límites de lo posible. ¿Cuál fue el resultado? En menos de un año 37 atletas corrieron la milla en menos de cuatro minutos. Al año siguiente, 300 atletas habían logrado la misma hazaña. Hoy, la barrera de los cuatro minutos en la carrera de la milla es comúnmente sobrepasada, inclusive por jóvenes de la escuela secundaria.

Lo importante de tener en cuenta es que esto no ocurrió porque de repente el ser humano se haya convertido en un ser más rápido sino porque entendió que no era una imposibilidad física. Lo único que hicieron estos atletas fue desalojar de su mente las creencias limitantes que los habían detenido para utilizar su verdadero potencial durante más de cinco décadas.

Me he tomado la libertad de transcribir directamente del libro La milla de los cuatro minutos, una breve descripción de tal hazaña, en palabras del mismo Bannister, de tal manera que puedas apreciar lo que conlleva desarrollar nuevas creencias.

“…acababa de doblar la última curva, sólo 50 metros me separaban de la meta. Eso era todo, cincuenta metros. A esta altura mi cuerpo había agotado toda onza de energía disponible, pero continuaba corriendo casi por inercia. Lo único que permitía a mi cuerpo superar el total agotamiento físico era mi enorme deseo de triunfar.

Con sólo cinco metros más, la línea de llegada parecía estar alejándose. Me abalancé sobre ella con un salto desesperado, como quien sabe que de ello depende su propia vida. El esfuerzo había sido tal que caí y por un momento creí perder la conciencia.

Sólo entonces fue que comencé a sentir el verdadero dolor. Sentí que mi cuerpo estaba a punto de explotar y por un instante perdí el deseo de vivir. En los próximos minutos continué sobreviviendo en el estado más pasivo posible sin caer en la inconsciencia. Sentí la sangre correr a cada uno de los músculos de mis piernas y brazos. El dolor era indescriptible e ilocalizable. Sabía que lo había logrado, inclusive antes de oír el tiempo final. Había sido demasiado esfuerzo para no haberlo logrado. El cronómetro tenía la respuesta. Finalmente el tan esperado anuncio llegó: “Resultado oficial de la carrera de la milla... tres minutos...” el resto se perdió en el bullicio de los gritos y la celebración de la gente. Lo había logrado.”

El tiempo exacto que marcó el cronómetro aquella tarde de 3 minutos 59.4 segundos, no logró mantenerse como record por mucho tiempo. Cuando se le preguntó cómo era posible que tanta gente hubiese corrido tan rápido en tan corto tiempo, Bannister dijo: “Nunca fue una barrera física, era tan solo una barrera sicológica.”

Muchos atletas finalmente entendieron que tal barrera había logrado sostenerse por más de cincuenta años, no por la existencia de algún impedimento físico, sino como resultado de un bloqueo mental. La gente simplemente había terminado por aceptar ciertas creencias limitantes, las cuales los hicieron rehenes por cinco décadas. Cuando finalmente decidieron adoptar nuevas creencias, las limitantes se esfumaron.

No obstante, lo verdaderamente importante de entender es que las personas no comenzaron a creer debido a que el record había caído. El record cayó debido a que una persona comenzó a creer. La barrera no cayó en el momento en que Bannister cruzó la línea y se anunció el nuevo record. Ella cayó la tarde en que Roger Bannister anunció públicamente que correría la milla en menos de cuatro minutos. No que trataría, ni que haría su mejor esfuerzo, sino que ¡correría!

Todos tenemos algunas de estas barreras mentales. Algunos de nosotros simplemente tomamos la decisión de deshacernos de ellas y al hacerlo, descubrimos nuestro verdadero potencial. Cuando esto sucede, descubrimos que podemos hacer mucho más de lo que habíamos imaginando; encontramos que hasta los sueños y metas más imposibles son posibles.

Tú puedes hacer lo mismo. Lo único que necesitas es identificar las falsas creencias que han venido limitando tu vida hasta ahora y reemplazarlas por ideas que te empoderen, que te permitan utilizar el poder que ya reside dentro de ti y que sólo espera ser utilizado para ayudarte a alcanzar tus metas más ambiciosas
Camilo Cruz