viernes, abril 06, 2007

El crecimiento personal como forma de superar el sufrimiento

El crecimiento no puede pararse, el Universo está en constante expansión desde hace quince mil millones de años y no hay árbol que no siga acumulando anillos que testimonian su proceso de crecimiento sostenido.
El ser humano no es ajeno a este imparable despliegue del misterioso impulso evolutivo que nos empuja sin cesar al continuo aprendizaje y desarrollo hasta el último instante de nuestra muerte.
Este crecimiento psicológico y espiritual que sucede incluso en plena ancianidad se ha visto recientemente refrendado por los últimos descubrimientos realizados en el área de la neurofisiología cerebral.
Se trata de un nuevo postulado que bajo la denominación de “neuroplascticidad cerebral” viene a decirnos que así como en tiempos pasados se creía que a partir de una cierta edad, el ser humano comenzaba a perder neuronas y a tornarse decadente y mentalmente limitado, por el contrario en la actualidad se ha descubierto que el cerebro se modifica constantemente en función de la nueva información y nueva experiencia que registre.

Algo así como decir que aquel que apueste por llegar a encarnar la sabiduría que no se preocupe si va cumpliendo años y su cuerpo ya no sube las escaleras o sus ojos precisan de lupas, ya que su cerebro como base neurofisiológica de su vivencia interior sigue actualizándose de forma ilimitada hacia ese estado de despertar que la sabiduría universal ha llamado de múltiples maneras: Espíritu, Luz, Amor, Infinitud, Realización, Plenitud...y que una gran corriente de pensamiento actual lo denomina como nivel transpersonal.

En este sentido, el término transpersonal es otra manera de referirse a lo “espiritual”, entendiendo por espiritual algo que no se basa en creencias religiosas, credos o seguimientos a personalidades supuestamente iluminadas, sino que más bien hace referencia al grado de amor y expansión de consciencia que un ser humano ha alcanzado a lo largo de su vivir.

Desde esta perspectiva, la evolución se considera como un camino en tres escalones que naciendo de la preconsciencia, pasa por la consciencia y finaliza en la supraconsciencia o conciencia de unidad.
Este concepto a veces es mejor entendido cuando se formula utilizando el término persona, es decir, el niño es prepersonal, el adulto es fundamentalmente personal, y el sabio o anciano iluminado es transpersonal.
de "Casos prácticos de psicoterapia" de José Ma. Doria

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