jueves, septiembre 13, 2007

Anécdota sobre Buda

Cuando Buda era todavía el principe Sidarta, encerrado por su padre en un magnífico palacio, se escapó varias veces para pasearse en coche por los alrededores.
En su primera salida encontró a un hombre achacoso, desdentado, todo lleno de arrugas, cano, encorvado, apoyado en un bastón, balbuceante y tembloroso.
Ante el asombro del príncipe, el cochero le explicó lo que es un viejo.
- “Que desgracia – exclamó el principe - que los seres débiles e ignorantes, embriagados por el orgullo propio de la juventud, no vean la vejez!. Volvamos rapidamente a casa. De que sirven los juegos y las alegrías, si soy la morada de la futura vejez!”

Narrado por Simone de Beauvoir en el prólogo de “La vejez”

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