domingo, noviembre 12, 2006

Quinto compromiso de Exito

El sol siempre brilla.
Las uvas no siempre están maduras.
Los sepultureros no siempre están ociosos y no siempre reina la paz.
Ahora, lamentablemente, reconozco otra verdad. A pesar de que ya he saboreado el embriagador vino del éxito, gracias a estos pergaminos, sé que no puedo esperar durante el resto de mis días caminar sobre la cima de las montañas. No importa lo mucho que lo intente, lo mucho que persista y sobresalga en el trabajo que he elegido, aun así habrá días y semanas y meses en que todo lo que intente dé por resultado frustraciones y fracasos. Todos nosotros, incluso los más poderosos y heroicos, pasamos muchos de nuestros días viviendo con el temor al fracaso.
¿Poseemos sacos de oro y piedras preciosas? No son suficientes; otros tienen más.
¿Nos sentimos protegidos y a salvo?
¿A salvo de qué?
¿De enfermedades? ¿Del desempleo? ¿De robos? ¿Tenemos muchos amigos y una familia que nos amen? ¿Podremos confiar siempre en la amistad? ¿Perdurará el amor de los demás sobre nosotros?
El temor a la adversidad, que conduce al fracaso, proyecta una terrible sombra sobre todos los días de nuestra vida. Su forma y sus colores son muy variados, imaginarios y reales, confundidos y claros, temporales y permanentes. La adversidad aterroriza al trabajador que lucha por conservar su trabajo, al padre que reza por poder alimentar a su familia, al comerciante que espera vender su mercancía, al soldado que guía a otros en la batalla.
Tortura a todos por igual, a príncipes y mendigos, a sabios y necios, a santos y criminales.
Antes no sabía cómo enfrentarme a la realidad, y las heridas que recibía de mis derrotas eran lo bastante severas para nublar mis esperanzas y destruir mi ambición.
¡Pero ahora ya no será así! Esta es una nueva vida y ahora ya conozco el secreto de sacar el mejor partido de mis derrotas siempre que caigan sobre mi.
Siempre buscaré la semilla del triunfo en todas las adversidades.
No hay mejor escuela que la adversidad. Toda derrota, toda angustia, toda pérdida, contiene su propia semilla, su propia lección sobre las forma de mejorar mi desempeño la próxima vez. Jamás volveré a contribuir a mi propia caída, rehusándome a enfrentarme a la verdad y a aprender de mis pasados errores.
La experiencia es el más valioso extracto del sufrimiento y, no obstante, una de las condiciones más terribles de esta vida es que no es posible transferir su sabiduría a los demás. Todos deben asistir a su propia escuela, y las lecciones siempre son diferentes para cada persona. No hay otra forma. Sin embargo, la adversidad siempre es el primer sendero que conduce hacia la verdad, y yo estoy preparado para aprender cualquier cosa que necesite saber con objeto de mejorar la condición de mi vida.
Siempre buscaré la semilla del triunfo en todas las adversidades.
Ahora estoy mejor preparado par enfrentarme a cualquier adversidad. Por vez primera me doy cuenta de lo veloz que pasan y dejan de ser todos los hechos y acontecimientos, buenos y malos, grandes y pequeños. Todas las cosas de a vida no sólo se encuentran en un constante estado de cambio, sino que, además, son la causa de un cambio constante e infinito unas en otras.
Cada día me encuentro parado en un angosto reborde. Detrás de mí se encuentra el insondable abismo del pasado. Frente a mí está el futuro, que devorará todo lo que me acontezca el día de hoy. No importa lo que el destino me depare, sé que lo saborearé o lo sufriré sólo durante un tiempo muy breve. Son tan pocos los que comprenden esta verdad tan obvia, mientras que el resto permite que sus esperanzas y sus metas se desvanezcan tan pronto como los hiere la tragedia. Esas desafortunadas personas llevan consigo, hasta que mueren, su propio lecho de espinas y todos los días miran hacia los demás en busca de simpatía y atención. La adversidad jamás destruirá a la personaque tiene valor y fe. A todos nos someten a una prueba en el horno del desastre y no todos salimos de él.
Yo sí lograré salir.
El oro puede permanecer un mes sobre ardientes carbones sin perder un solo gramo, y yo soy más valioso que cualquier oro.
Siempre buscaré las semillas del triunfo en todas las adversidades.
Ahora puedo ver que la adversidad tiene muchos beneficios, muy poco reconocidos. Es la única balanza en la cual puedo pesar a todos aquellos que profesan ser mis amigos, y enterarme de la verdad. También es el estado en el cual puedo familiarizarme con mayor facilidad con mi yo interno y posee la maravillosa capacidad de sacar a relucir los talentos que hay en mi, los cuales en circunstancias prósperas es probable que hubiesen permanecido inactivos.
La adversidad nos acompaña desde que nacemos hasta nuestra sepultura. La gema no puede pulirse sin tallarla y yo no puedo perfeccionarme sin pruebas. Reconozco que me ha hecho bien sentirme tostado por el calor y empapado por la lluvia de la vida y, no obstante, debo confesar que todas las adversidades que he sufrido han ido seguidas de mis gritos de cólera y resentimiento contra el cielo. ¿Por qué Dios tenía que hacerme algo tan terrible? ¿Por qué Dios me privó de una cosa y otra, cuando era tan importante par mí?
Ahora sé que hay otras épocas en la vida en que las oportunidades de ser y de hacer, se reúnan con tanta abundancia alrededor de mi espíritu como cuando tiene que sufrir una cruel adversidad. Entonces, todo depende de si levanto la cabeza o la bajo pidiendo ayuda. Si recurro a simples recuerdos y trucos, la oportunidad se habrá perdido para siempre y yo no resultaré más rico ni más grande, más bien quizá más duro, más pobre y más pequeño por mi dolor. Pero si me vuelvo hacia Dios, y lo haré de aquí en adelante, cualquier momento de adversidad puede transformarse en un triunfante punto crucial de mi vida.
Siempre buscaré la semilla del triunfo en todas las adversidades.
En el futuro, cuando me derribe cualquier terrible derrota, siempre me preguntaré a mi mismo, una vez que haya pasado el primer dolor, cómo puedo convertir esa adversidad en algo bueno. ¡Qué gran oportunidad podría ofrecerme ese momento .... tomar la raíz amarga que estoy sosteniendo y transformarla en un fragante jardín de flores!
Siempre buscaré la semilla del triunfo en todas las adversidades.

Og Mandino

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