sábado, noviembre 25, 2006

Sexto compromiso del éxito

Me he engañado a mi mismo durante demasiado tiempo.
He alabado con insinceridad a todos aquellos que me han empleado y he escatimado cada hora de las que yo consideraba que era un trabajo pesado y tedioso. Para mí, el trabajo era el lamentable precio que tenía que pagar para existir, porque en el momento de mi nacimiento los dioses no tuvieron a bien depositar oro en mis manos y una corona sobre mi cabeza.
Qué necio he sido.
Ahora sé que el fruto derivado del trabajo es el más dulce de todos los placeres y que aun cuando el genio quizás inicie grandes obras, sólo el trabajo las terminará.
Al fin he abierto los ojos gracias a estos pergaminos.
Que sencillo sería mi trabajo si yo dedicara tanto esfuerzo a mejorar su calidad como el que he dedicado a encontrar excusas para no hacerlo en la forma adecuada.
Hay un grandioso secreto del éxito que empequeñece a todas las demás reglas. Con toda certeza será incluido en todas y cada una de las listas de afirmaciones sobre la creación de una vida mejor durante los siglos y los milenios por venir, y no obstante, la mayoría de la humanidad la rechazará, una y otra vez, como algo demasiado difícil. La riqueza, la posición, la fama, e incluso la esquiva felicidad serán mías a la larga, si cada día me decido a prestar más y mejores servicios de los que me pagan. Hay otra forma más poderosa de recordar esta ley tan difícil de la vida ... cuando nos piden que avancemos un kilómetro, debemos estar dispuestos a avanzar dos. Dentro de muchos siglos, lo mismo que ahora, sólo unos cuantos tendrán la determinación necesaria para seguir este gran secreto de triunfadores y ellos serán los que reciban los honores.
¡Yo empiezo el día de hoy!
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Ahora sé que a fin de crecer y florecer, debo atender estrictamente mis asuntos y adelantarme un poco al tiempo. Aquellos que llegan a la cima son los que no se contentan con hacer sólo lo que se les exige. Hacen algo más. Avanzan otro kilómetro, y otro más.
Jamás cruza por su mente la medida de su recompensa. Sabe que a la larga la recibirá.
Sólo hay un método seguro para alcanzar las propias metas y es mediante el trabajo arduo, tanto mental como físico.
Si no estoy dispuesto a pagar ese precio para sobresalir, deberé estar preparado para resignarme a un futuro de lágrimas y de pobreza, golpeándome el pecho y compadeciéndome por lo vano de una vida desprovista de sonrisas y de recompensas. Ya no siento lástima de mi mismo. Me he apartado de ese camino que no conduce a ninguna parte.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
No estoy encadenado a mi trabajo; no soy un esclavo. Incluso si detesto las tareas que debo desempeñar, comprendo que el trabajo fatigoso es tan necesario para que salgan a relucir los tesoros de mi mente, a fin de mejorar mi suerte, como también son necesarios el trabajo de la tierra y la siembra para producir resultados para todos aquellos que cultivan la tierra. Yo puedo desarrollarme más allá de cualquier tarea que me asignen ahora, siempre y cuando nunca me olvide de que soy hijo de Dios y nací para triunfar.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Mi parte del trabajo de este día quizá sea limitada, pero el hecho no se mueve sólo gracias a los poderosos músculos de nuestros héroes, sino también gracias al conjunto de los pequeños impulsos de cada trabajador honesto. El secreto del verdadero amor al trabajo es la esperanza de triunfar en ese trabajo, no por la recompensa en dinero, no por el tiempo dedicado a ello o por la habilidad ejercida, sino por el orgullo y la satisfacción en el desempeño del trabajo mismo.
Una recompensa suficiente por algo bien hecho es haberlo hecho.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
De ahora en adelante, cuando haya terminado mi día de trabajo, sorprenderé al mundo.
Permaneceré allí un poco más y dejaré que ese esfuerzo adicional sea una inversión para mi futuro. Con una actitud así, tan rara en este egoísta mundo en que vivimos, no puedo fracasar.
Y no obstante, si trabajo de esa manera, si persisto en recorrer ese kilómetro adicional, debo prepararme para las burlas de quienes nunca contribuyen con un día de trabajo justo. Con objeto de lograr alguna cosa grandiosa en esta breve vida, me doy cuenta de que debo dedicarme al trabajo con tal concentración de mi mente, de mis músculos y de mi tiempo que, para todos aquellos que viven la escualidez del ocio, pueda parecerles que he perdido la razón. Que así sea.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Si me dan amor y trabajo, sólo esas dos cosas, podré vivir una vida contenta.
Yo no podría, por mucho tiempo, ser feliz sin alimento, bebida, comida, ropa o abrigo, pero puedo tener todas esas cosas hasta la perfección y aun así ser infeliz.
¿Qué es lo mejor para un río? Seguir corriendo; si se detiene, se estanca. Lo mejor para mí es aquello que mantiene mi flujo en movimiento. Muy pocas personas se dan cuenta de lo mucho que su felicidad depende de su trabajo, del hecho de que se mantienen ocupadas y no disponen de tiempo para condolerse de sí mismas. Yo no soy nada sin mi trabajo.
El secreto primordial de la felicidad es tener algo que hacer.
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Jamás volveré a dejar de recorrer ese kilómetro adicional, o de rendir menos de lo que merece mi paga.
De ahora en adelante, desempeñaré mi trabajo con toda la intensidad que pueda dedicarle ... no sólo mi trabajo y nada más, sino un poco más, ese poco más que con el tiempo valdrá todo el resto. Y si sufro, como a menudo me sucederá, y si dudo del valor de mis esfuerzos, como en ocasiones lo haré, aun así seguiré desempeñando mi trabajo. Pondré en ello todo mi corazón y el cielo se despejará, y desde el fondo mismo de la duda y el sufrimiento, nacerá la suprema alegría de la vida.
Espero obedecer siempre esta promesa especial de éxito:
Nunca jamás volveré a desempeñar ninguna tarea si no es en la mejor forma en que pueda hacerlo.
Og Mandino

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