lunes, noviembre 06, 2006

Tercer compromiso para el éxito

Estoy despierto.
Me siento invadido por una gozosa anticipación.
Ahora experimento extraños murmullos en mi corazón al recibir cada nuevo día con alegría y confianza, en vez de hacerlo con autocompasión y temor.
Aquel que padece, recuerda. Jamás repetiré los fracasos y los vanos errores del pasado, ahora que cuento con estos pergaminos para servirme de guía.
Cada día, me aventuraré a salir al mundo acompañado por tres nuevos aliados muy poderosos: la confianza, el orgullo y el entusiasmo. Tengo confianza en que lograré enfrentarme a cualquier desafío, el orgullo me exige que me desempeñe al máximo de mis capacidades y lograré todo esto porque he redescubierto ese poder tan especial que faltaba en mi vida desde mi infancia, el poder del entusiasmo.
Cada acto memorable en la historia del mundo es un fruto del entusiasmo.
Jamás se ha logrado nada grandioso sin él, porque le brinda un nuevo significado a cualquier desafío o a cualquier ocupación, no importa lo atemorizantes o lo difíciles que sean.
Sin entusiasmo, estoy condenado a una vida de mediocridad, pero con él podré obrar milagros.
Hay un nuevo significado en mi existencia. El fracaso ya no es mi constante compañero. La nada, el aislamiento, la impotencia, la tristeza, las vejaciones y la desesperación del pasado se han desvanecido desde aquel día, no hace mucho tiempo, en que recordé como sonreír.
Ya otros han empezado a reflejar mis sonrisas y mi solicitud.
Comparto con alegría la luz del amor y la felicidad.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo. El entusiasmo es la mayor ventaja del mundo. Su valor potencial supera con mucho al del dinero, el poder y la influencia.
Sin ayuda de nadie, el entusiasta convence y domina en donde las riquezas acumuladas por el pequeño ejército de trabajadores apenas provocarían un estremecimiento de interés. El entusiasmo pasa por encima del prejuicio y la oposición, desdeña la inactividad, toma por asalto la ciudadela de su objetivo y lo mismo que una avalancha, aplasta y absorbe todos los obstáculos que encuentra en su camino.
He aprendido una gran lección ... ¡el entusiasmo es mi fe en acción! Si tengo fe no puedo fallar.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Algunos de nosotros nos mostramos entusiastas en ocasiones y unos cuantos incluso conservan sus anhelos durante un día o una semana. Todo eso es muy bueno, pero yo debo desarrollar el hábito, y lo haré, de conservar mi entusiasmo indefinidamente, con toda honestidad y sinceridad, de manera que el éxito que disfruto el día de hoy, pueda repetirse el día de mañana y la próxima semana y el próximo mes. El entusiasmo, el amor por cualquier cosa que esté haciendo en un momento determinado, obra en formas maravillosas que ni siquiera necesito comprender, pero lo que sí sé es que les brindará una vitalidad adicional a mis músculos y a mi mente. Primero debemos desarrollar nuestros hábitos y después, buenos o malos, estos nos formarán a nosotros. El entusiasmo será el carruaje que me conducirá hacia una vida mejor. Ya he empezado a sonreír, anticipando todas las cosas buenas que vendrán.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
El entusiasmo puede desplazar castillos y cautivar a las bestias. Es el genio de la sinceridad, y la verdad muy rara vez resulta victoriosa sin él.
Lo mismo que muchos más, he permitido que mi vida se guíe de acuerdo con las falsas ideas de las verdaderas recompensas, en la creencia de que la comodidad y el lujo deben ser mis metas, cuando todo lo que en verdad necesita cualquiera de nosotros para sentirnos realmente felices es algo con qué entusiasmarnos. El entusiasmo beneficiará mi futuro más de lo que las lluvias de primavera nutren al trigo.
De ahora en adelante, todos mis días seran diferentes de los días del pasado. Jamás volveré a considerar que cualquier cosa que deba hacer para sostener mi existencia es trabajo, ya que entonces experimentaré la tensión de la necesidad en mi trabajo y las horas de cada día durarán lo que parece una eternidad. Permítanme, más bien, olvidarme de que debo trabajar para comer, abordando los afanes de cada día con toda mi energía, mi atención y con un espíritu animoso. Con estas cualidades, me desempeñaré mejor que nunca antes y si esta producción entusiasta se prolonga, día tras día, estoy seguro de que llegaré a ser más valioso para mí mismo y para el mundo.
No hay ninguna persona, ninguna ocupación o ningún problema que no puedan verse afectados por lo positivo de mi actitud.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Bajo ese deslumbrante resplandor podré ver, por vez primera, todas las cosas buenas que permanecieron ocultas a mis ojos durante todos esos años de inutilidad. Así como el joven amante posee una percepción más refinada y en el objeto de su afecto puede ver cientos de virtudes y encantos invisibles a los ojos de los demás, así yo, impregnado de entusiasmo, habré incrementado mi poder de percepción y amplificado mi visión, hasta que logre ver la belleza y el encanto que los demás no pueden discernir y que pueden ser la compensación por las pesadas cargas de trabajo monótono, privaciones, penurias e incluso de la persecución. Con entusiasmo puedo sacarle el mejor partido a cualquier situación, e incluso si llegase a tropezar de vez en cuando, como les sucede hasta a los más talentosos, me levantaré y seguiré adelante con mi vida.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Qué inmenso regocijo experimento, al saber que poseo este gran poder de modificar mis días y toda mi vida con mi actitud. Qué pena me dan todas esas legiones que no saben que pueden emplear esta poderosa fuerza, una fuerza que ya poseen en su interior, para guiar su futuro.
Le volveré la espalda al calendario y adoptaré el irresistible encanto de la juventud, con su entusiasmo que burbujea como un manantial de aguas que baja de la montaña. La juventud, no ve la oscuridad más adelante, no ve ninguna trampa de la cual no sea posible de escapar.
Se olvida de que en el mundo existía el fracaso y cree que la humanidad ha estado esperando, durante todos estos siglos, a que él o ella lleguen al mundo para convertirse en los libertadores de la verdad, la energía y la belleza.
El día de hoy alzaré mi antorcha en lo alto y les sonreiré a todos.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Og Mandino

No hay comentarios.: